Lo que sucedió el pasado miércoles, esas imágenes que han recorrido el Mundo entero, denigran el buen nombre que nuestra Isla, por años, ha ganado como pueblo democrático.
Hemos tenido momentos gloriosos de lucha, cuyo resultado provocó la aprobación e implantación de grandes leyes que cambiaron el rumbo de nuestra historia, y que nos sitúan como País de vanguardia. Como ejemplos tenemos, el 1873, año en que se proclamó la abolición de la esclavitud; el 1917, aprobación de la Ley Jones, donde los puertorriqueños obtuvimos la ciudadanía, reconociéndose así la igualdad de nuestros derechos frente a toda la nación americana; 1929, año en que se reconoció el voto a nuestras mujeres; año 1947, marcó el comienzo de nuestro derecho a escoger nuestro gobernante, que hasta ese momento era designado por el Presidente de los Estados Unidos, Presidente que aun hoy, no tenemos derecho a elegir; 1952, año en que se aprobó la Constitución del Estado Libre Asociado de Puerto Rico, Ley Suprema que al momento de su aprobación representó la garantía de unos derechos fundamentales y medulares que muchos países en el Mundo ni podían tan siquiera soñar en obtener. Además de esto, contamos con un sistema republicano de gobierno, bajo el poder sopesado de tres ramas, a saber, el Ejecutivo para implementar las leyes y hacerlas cumplir, la Legislatura dividida en dos Cámaras, investidas del poder investigativo con el propósito de aprobar leyes, que cónsonas con nuestra cultura, sean el vehículo por el cual se sustente el orden, y finalmente; el poder Judicial, con Tribunales de Primera Instancia, Tribunal de Apelaciones y un Tribunal Supremo, con el fin de interpretar las leyes y garantizar que se salvaguarden los derechos adquiridos.
Si observamos detenidamente, somos agraciados al contar con un andamiaje gubernativo totalmente democrático y con unas garantías fundamentales de respeto a la vida, la libertad y al pleno disfrute de nuestras posesiones privativas. Por otro lado, Dios nos bendijo con un clima y un sol maravilloso todo el año, playas, campos y ciudades que nada tienen que envidiar de otros países. Nuestra cultura única, nuestras costumbres de gran arraigo espiritual, y un idioma rico con expresión histórica y con sabor a guitarra, tambores y maracas.
Somos un Pueblo bendecido, gente de talento, belleza y de gran instrucción; lo tenemos todo para ser felices.
Sin embargo, las imágenes que se vieron ayer a traves de los medios televisivos de nuestro País, son la punta de lanza para que nos detengamos a pensar y preguntarnos en qué estamos fallando como pueblo.
Esa guerra de insultos, pedradas, de, “te tiro con palos y basura, y tú me ripostas con macanazos, inuendos y gas pimienta”, no es mas que falta de atención a la necesidad básica de todo ser humano: la necesidad de ser escuchado, pero realmente escuchado, con la implicación de enmienda, de compromiso, cambio y perdón.
Nuestro pueblo no merece jamás que se le caiga a palos, nuestras leyes y nuestros derechos fundamentales no lo permiten; así también, nuestras Instituciones se respetan y no pueden ser susceptibles so color de gesta a que sean usurpadas; nuestras leyes, derechos fundamentales y el sistema democrático de gobierno lo impide, de lo contrario seríamos presos de la anarquía y el eventual abuso de poder.
Como Isla, necesitamos de los negocios y de la inversión extranjera, pero, ¿quién, y qué extranjero querrá invertir en negocios, cuando, la inestabilidad, la incertidumbre, y la falta de concordia es lo que se exhibe? ¿Quiénes son los asesores, lo que aconsejan, o como dirían en el barrio, los que meten puya a nuestros líderes, si es que se les puede llamar así? Líderes de ambos o múltiples bandos, que como seres humanos, necesitan del buen consejo.
No caigamos en la trampa de seguir dividiéndonos por grupos, tribus ni mucho menos bajo la farsa de identificarnos y separarnos como penepes, populares, separatistas, hostosianos, pelús, estudiantes, cristianos, macheteros, federales, en fin, en víctimas y victimarios. Etiquetas que son secundarias a nuestra identidad como nación.
Somos Puerto Rico, Boricuas que tenemos que hacer valer nuestros Derechos, pero con el respeto a nuestras leyes y nuestras Instituciones, no por las personas que las representan, sino por la historia e idiosincrasia como pueblo que nos identifica.
“Es la Ley”, reclama y se une hacia la búsqueda de nuestro bienestar social, recabando se respeten los derechos fundamentales de libre expresión, así como libertad irrestricta de prensa en los asuntos públicos que se discuten en nuestra Casa de las Leyes. Sin embargo, libertad no es sinónimo de libertinaje, por tanto, los derechos se acogen y se practican con respeto, tolerancia y sin menoscabar las diferencias o disidencias, que tan necesarias son en el gobierno democrático en que vivimos.
El Gobierno, como ente maduro y respetuoso, tiene que dar ejemplo de sana conducta democrática, del diálogo, de la mediación, del consenso y sobretodo de lo práctico en sus acciones y determinaciones. Su presencia en cada oportunidad de interacción, debe dejar el halo de la sabiduría como huella indeleble a seguir por futuras generaciones, pero mas que ésto, siempre deberá actuar bajo el entendimiento innegociable que jamás el pueblo claudicará de sus derechos fundamentales adquiridos.
Nosotros, como pueblo, tenemos que unirnos con un mismo lema, propósito y mensaje, sin perder el norte de lo que pretendemos y sin olvidar nuestra historia y de dónde venimos. Lo que es fundamental en el Derecho, y que llanto y pena costó a nuestros ancestros lograr, no lo podemos negociar. Sin embargo, como pueblo evolucionado, tenemos que darnos cuenta que el que se atreve, no necesariamente tiene la razón, que el que levanta su mano en acto de vejación muchas veces no está mirando, ya sea por ceguera, ignorancia o por maldad, las consecuencias de sus acciones u omisiones. Hay actos, que por su naturaleza misma, hacen que nadie gane y todo el mundo pierda, y esos son precisamente los actos que en estos momentos históricos estamos viviendo, por lo que hay que cambiar de método.
Siempre he dicho que la diferencia la hace la persona no la posición. La posición es un instrumento y un privilegio, que acompañado del compromiso y espíritu de servicio arraigado, así como de sanidad mental y balance espiritual, llevaran a la persona que la ostenta a brillar en bienestar de nuestro pueblo. Cuando hablo de posición, es cualquiera que sea, no tan solo las de Gobierno, sino también la de nuestros líderes comunitarios, religiosos, cívicos y sobretodo, jueces, que imagínense, cuando vemos jueces juzgando cuando ni en su vida misma lo han hecho bien.
Es imperativo, que para la posición que sea, nos aseguremos que las personas que se designen o se elijan sean las adecuadas para la posición que aspiran. Por otro lado, como Pueblo, tenemos que unirnos bajo la identificación que nada ni nadie cambiará, porque solo se logra con el nacimiento, que es la de ser puertorriqueños y puertorriqueñas. Mientras estemos divididos en grupos o tribus, ya sean de afuera o dentro del Gobierno, solo encontraremos el choque y la confrontación. Dios nos Bendiga.
Hahaha un macanazo xD
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